...a través de Bertha Dudde - 22. y 23.09.1957
BD 6926 El razonamiento de la obra de Redención de Jesucristo …

Los mandamientos del amor a Dios y al prójimo son lo primario en la existencia. Pues cuando se cumplen, entonces se cumple el sentido y el propósito de la vida terrenal, y entonces el orden divino, que una vez fue trastocado, está restablecido. El plan de Salvación de Dios aspira únicamente a la restauración de este orden divino, y todas Sus acciones y gobierno solo se dirigen a este fin, porque el estado de orden es uno divino y porque todo lo divino es incomparablemente bendito.

Dios, como Amor Eterno, siempre querrá sólo traer felicidad, pero según Su Ser perfecto, traer felicidad a Sus seres jamás puede tener lugar fuera de la justicia. Por lo tanto, solo algo divino y perfecto puede ser bendecido por Él como corresponde a Su amor, porque lo imperfecto es culpable de su naturaleza porque renunció libremente a la perfección y, por lo tanto, también rechazó voluntariamente la felicidad. Éste fue un pecado al que Dios, en Su amor benévolo, puso un límite, pero no un límite que el poder de Dios no pudiera romper, aunque pondría en duda Su Ser supremamente perfecto si Dios, a pesar de este rechazo, quisiera conceder algo al ser imperfecto, lo que, sin embargo, presupone la perfección.

La deuda tiene que saldarse primero; el ser tiene que reconocer su culpa y buscar restaurar el estado en el que se encontraba originalmente. Pues la justicia no puede ser abolida. Por lo tanto, la felicidad de la criatura solo puede darse en un estado de orden divino, y la felicidad significa “irradiación con la fuerza del amor divino”, significa que la fuerza del amor divina afluye en el ser, que ahora también es capaz de participar en actividades creativas y de diseño para su propia felicidad.

Sin embargo, es inconmensurablemente difícil para el ser que una vez rechazó la fuerza amorosa de Dios volver al estado del orden divino, porque en la falta de fuerza que se produjo a través de la rebelión contra Dios, también carece de la fuerza para transformarse de nuevo. Por lo tanto, tendría que permanecer eternamente en el estado miserable que buscó voluntariamente si dependiera del ser mismo para regresar al estado del orden divino. Pero sin ayuda, ya no es capaz de hacerlo, pues la culpa fue demasiado grande y el abismo en el que cayó por esta culpa, profundamente hondo.

El amor y la misericordia de Dios fueron tan grandes una vez más que quiso ofrecer esta ayuda a los seres que se habían alejado de Él … Pero Su amor no podía simplemente cancelar una deuda, porque Su justicia no lo permitía. Tenía que exigir expiación, y la deuda debía ser pagada … Y como la deuda era inconmensurablemente grande, y los propios seres jamás podrían haberla pagado en su debilidad y oscuridad, un ser supremo de luz se ofreció a expiar la deuda en Su nombre, para que Dios fuera justo y Su amor podía darse nuevamente con libertad …

El ser de luz deseaba ofrecer a Dios un sacrificio que también reflejara esa gran culpa. Deseaba recurrir a la fuerza amorosa de Dios para realizar, como “ser humano”, un acto de misericordia que redimiera a todos los seres caídos. Deseaba renunciar a su propia fuerza y luz, asumir una forma humana y ahora, como un ser débil, recorrer un camino terrenal terriblemente difícil con el objetivo de sacrificarse a sí mismo y dar su vida por sus hermanos caídos.

Y quiso usar solamente la fuerza amorosa de Dios para este propósito, quiso llevar el amor dentro de sí a su máxima expresión y así demostrar a la humanos una vida de amor, que le trajo la fuerza amorosa de Dios, lo cual tuvo como consecuencia que el “Amor Eterno” le lleno por completo, tomando posesión del cuerpo del hombre Jesús, y haciendo así posible que él sufriera la muerte más terrible en la cruz y expiara la culpa a través de su sufrimiento y muerte …

Y Dios aceptó el sacrificio, Su amor estuvo dispuesto a crear el equilibrio que exigía la justicia divina. Así la culpa fue expiada por Jesús, en quien Dios Mismo se encarnó, porque el Amor … Que es Dios … llenó plena y completamente al hombre Jesús, y, en consecuencia el hombre Jesús se deificó, es decir, se unificó con Dios, es decir, él llegó a ser Uno con Él.

Todo ser caído una vez tiene que esforzarse por esta deificación y ponerse como objetivo, y dado que la deificación solo puede lograrse a través del influjo del amor divino, entonces el ser caído, en su etapa humana, tiene que llevar una vida de amor, mediante la cual entra en una unión íntima con Dios, y así también se restablece el orden divino. (23.09.1957) Y como los seres humanos permanecen en la ignorancia hasta que la luz divina los ilumina, y se les han dado los mandamientos del amor a Dios y al prójimo, cuyo cumplimiento les trae esa luz de amor. Y también deben saber por qué este mandamiento es el más importante, y también deben saber que solo el amor puede llevar a la unificación con Dios y que la unión con Dios también significa deificación, el restablecimiento del estado original, donde todo se mueve dentro del la ley del orden eterno, y ahora también puede usar la fuerza que fluye de Dios en amor y sabiduría, en la voluntad de Dios, que ahora es también la voluntad del ser.

El amor, por tanto, es la ley fundamental … Pero el ser humano permanece débil y oscurecido de espíritu mientras se mantiene fuera del orden divino, mientras aún vive bajo el peso del pecado original. Y mientras esto sea así, difícilmente realizará obras de caridad. Pero el conocimiento al respecto, que la obra de Redención de Jesucristo también se ha realizado para él puede impulsarlo a invocarlo a Él; puede conectar con Él en sus pensamientos, incluso si no está plenamente convencido de Su misión espiritual … Y cada pensamiento sobre Él en buena voluntad ya es una conexión que tiene un efecto beneficioso. Pues el divino Redentor mismo adquiere así influencia sobre el alma humana. Y todo lo demás depende únicamente de si el ser humano se deja guiar por esta influencia o no.

La influencia, sin embargo consiste en inspirar en los seres humanos a actuar con amor, pues Jesucristo hará lo mismo que hizo como el hombre Jesús en la Tierra: siempre solo apuntando al amor, porque este es el principio del orden divino, por lo tanto, el amor debe practicarse para alcanzar primero un grado de iluminación que entonces impulse al ser humano a buscar seriamente la unificación con Dios. Y así, incluso quienes desconocen a Jesucristo y Su obra de Redención pueden lograr este grado de iluminación si simplemente viven en el amor. Porque una chispa de amor está puesto en el corazón de cada ser humano. Así que un ser humano solo tiene que estar dispuesto a amar, porque la capacidad de amar está presente como un don divino de la gracia.

El ser humano puede superar la debilidad que conlleva el pecado original mediante obras de amor, porque Jesucristo murió por todos los seres humanos, porque realizó la obra de Redención para todos. Estos seres humanos han entrado en el orden divino mediante su disposición a amar, y al recibir el conocimiento acerca de Jesucristo, lo comprenderán y se conectarán conscientemente con Aquel con Quien ya se habían unidos inconscientemente por amor. Pero esta comprensión les llegará con la velocidad de un rayo cuando dejan la vida terrenal, y por lo tanto, pueden consideraros redimidos porque sus almas son empujadas a Jesucristo en virtud de su amor.

Practicar es posible para todo ser humano … porque Dios no deja a nadie completamente a su adversario, y porque la voluntad del ser humano está influenciada por parte de la buena fuerza espiritual … Pero la debilidad de la voluntad suele ser tan grande que se necesita ayuda, la cual sin duda se le proporciona mediante el llamado a Jesucristo. Pero donde aún no se ha transmitido el conocimiento de Jesucristo a un ser humano, las fuerzas de la luz se esfuerzan constantemente por inspirarlo a una vida de amor, e incluso allí puede llegar el conocimiento a través de la iluminación interior, independientemente de la forma en que se presente. Pero aprenderán a creer en un Dios, Que se inclina hacia ellos con amor y misericordia … Y si se entregan conscientemente a Él, entonces también serán redimidos de su antigua culpa; se liberarán del poder que los mantenía atados, porque el Amor Eterno Mismo afloja las cadenas del ser que practica el amor y, por lo tanto, se vuelve a unirse a Él en el libre albedrío …

Amén